14 mayo 2012

A un año del 15-M, ingresos de urgencia en la Eurozona


Foto: ADSE Barcelona
Y no se cumplieron los pronósticos de desastre y violencia callejera que las autoridades anunciaban por el aniversario del 15-M en España; quienes así lo hicieron quizá confundieron el clamor de la calle con el estrépito del hormigón institucional al caer una de las torres del entramado financiero español, la recién fusionada Bankia, y con ella las promesas de una “inversión con futuro” como rezaban los carteles de su campaña publicitaria colocados en los vagones de metro hace apenas tres meses.

Mientras miembros del gobierno de Mariano Rajoy y representantes de los partidos políticos se dedicaban a apagar el último incendio ocasionado por el castigo de los mercados financieros, las exigencias de Bruselas para seguir con los recortes en la economía española y los destrozos ocasionados por el establishment político y el poder financiero en Europa, los ciudadanos de a pie tomaron la calle en un ambiente indignado y sin embargo festivo, para recordar a su clase política que “el pueblo es la solución”.

En Barcelona, familias enteras, integradas por dos o tres hijos pequeños, padres, madres y abuelos activistas pertrechados de sombreros, pancartas, pines de campaña, cantimploras, cochecitos y banquetas  se dirigían ordenadamente al llamado de “asamblea permanente” en la Plaza Cataluña. Muchos de ellos llegaban desde las distintas asambleas constituidas en los barrios y ciudades  del extrarradio de la región metropolitana. Las múltiples asambleas convocadas eran dinamizadas por jóvenes en su mayoría, ya curtidos en estas lides de la democracia deliberativa, con manuales de pensamiento asambleario como éste, surgido de los movimientos argentinos tras el tristemente célebre corralito bancario de 2001 en su país.

Un día antes, un representante de la asociación de comerciantes de la zona Eixample-Paseo de Gràcia, donde se asientan las exclusivas joyerías, tiendas de diseño y prêt à porter de la ciudad, se mostraba preocupado por el efecto negativo de la convocatoria en las tradicionales ventas de “después de la película de la tarde” de los sábados. Los hábitos están cambiando, y Barcelona es una ciudad cívica, desacomplejada y pacífica, austera en los tiempos que corren, qué remedio, sin perder ese toque povera chic  y un poco hippie de sus habitantes.
La plaza Cataluña, era el escenario de manifestaciones  cívicas que reclamaban la instalación del “Agora ya” y donde diversas mesas solicitaban la adhesión a iniciativas legislativas populares como la de la Plataforma de afectados por la hipoteca, o quienes reclaman una Auditoría de la deuda que ha sumido al país en la peor crisis económica de su etapa democrática.

La plaza del Sol en Madrid fue una fiesta hasta las 5 de la madrugada del día 13 en que fue desalojada por la policía sin episodios de violencia a destacar.  Mientras los indignados de Madrid anunciaron que volverán para instalar sus asambleas, los de Barcelona decidieron quedarse en su plaza hasta el día 15, con el acuerdo tácito de las autoridades locales, sin registrarse (hasta el momento de escribir esto, domingo 14 de mayo) ningún incidente violento como los que ocurrieron durante la Huelga General del 29 de marzo y que pareció justificar el blindaje policial de la ciudad para la cumbre de ministros de economía y directores del Banco Central Europeo celebrada el 3 de mayo.


Infórmese, opine, proteste, proponga

Las asambleas han funcionado una vez más para dar voz a los ciudadanos con o sin micrófono; las consignas, como siempre originales: “se trata de cambiar el sistema, no de negociar por las migajas”, dicen los d e la asamblea por los derechos sociales del barrio del Eixample-dreta; así, los protagonistas del 15-M no son ni líderes políticos ni personalidades de la vida pública sino todos y cada uno de los ciudadanos, sin que haya espacio para cúpulas de poder.
Aparte de los políticos ofendidos por las críticas que reciben, el único famoso que se refirió al tema este fin de semana fue Bruce Springsteen, que inicia su gira de conciertos por España y tuvo un comentario sobre la “auténtica depresión”que ahora le tocado vivir a los españoles. El rockero manifestó su solidaridad con los movimientos Occupy Wall Street en EE. UU. y 15-M en España.

Entretanto, ya al bordear la medianoche del sábado 13 de mayo, el programa Informe Semanal  de Televisión Española emitió un reportaje sobre el 15-M en su primer aniversario, así como otros sobre el triunfo del socialista François Hollande en las elecciones presidenciales francesas y sus posibles repercusiones en la política europea, y sobre el Festival de Cinema del Sahara
un certamen cultural que ya celebra su novena edición con el apoyo y la solidaridad de realizadores y artistas internacionales, algunos de ellos con premios Goya y algunos Oscar de Hollywood. Revelador, el reportaje sobre el terrible destino de nuestros vecinos del pueblo saharaui, que no puede ejercer su libre determinación por vivir atrapado en las disputas y apetencias territoriales de Marruecos y Argelia, y la hipocresía de la comunidad internacional. Para el líder saharaui Mohamed Abdelaziz, fue en este apartado territorio en medio del desierto del Sáhara donde se escuchó el primer grito de libertad de la Primavera Árabe, que hace poco más de un año consiguió derrocar a los tiranos de Túnez y Egipto y sigue extendiéndose imparable por otros países de la región.

Viendo la calidad de la cobertura periodística del Informe Semanal, un programa que se ha mantenido por más de 25 años en la programación de la televisión pública en España, se siente una ligera brisa de esperanza gracias al buen ejercicio de la profesión periodística y la información pública. Porque en Europa todos quieren estar informados, no engañados ni manipulados; aunque las verdades sean incómodas, el saberlas es lo que posibilita actuar y buscar un cambio en el estado de las cosas. En los tiempos que corren, los responsables políticos están demostrando, en cambio, que son los maestros de la mentira y el eufemismo para implementar unas políticas que van contra las personas y la cohesión social;  no cabe duda de que vivimos una época de crisis y transición del sistema político y de la economía también. Se habla de un cambio de paradigma porque el capitalismo de acumulación ha dejado de tener sentido y ya  no se sostiene sino devorándose a sí mismo y a sus súbditos. Y mientras tanto, la ciudadanía de este continente se mantiene alerta, en lucha por preservar los logros sociales duramente alcanzados en democracia; y no parece que vayan a aceptar bovinamente el mantra thatcherista de “no hay otra alternativa” que repiten sus gobernantes, sean del signo político que sean.