07 enero 2017

Islandia: democracia directa bajo el volcán de las crisis

Foto: Árni Friðriksson 

La economía de Islandia ha pasado sustos importantes desde la Gran Recesión de 2008. Empezó con la quiebra de la caja de ahorros Landsbanki (conocida como el caso Icesave), donde ahorristas holandeses y británicos perdieron más de 6.000 millones de euros depositados en el banco islandés. Después siguió la formidable erupción del volcán 
Eyjafjallajokull en 2010, que afectó las actividades económicas, políticas y culturales en toda Europa, así como el tráfico aéreo a nivel mundial. Este país con 130 volcanes en su territorio, muchos de ellos activos, que aprovecha sus recursos geotérmicos y pesqueros para generar energía y redistribuir bienestar , también apuesta por la ciudadanía y la educación digitales. Es uno de los países con mejor conectividad y ancho de banda de Internet en el mundo. La apuesta digital está produciendo un nuevo modelo de democracia directa con una altísima participación de los ciudadanos a la hora de tomar decisiones sobre el rumbo que quieren para su país. La poeta y política islandesa Birgitta Jónsdóttir lo explica en esta entrevista.
[Open Democracy, publicada en inglés 26 de setiembre de 2016] 

  
La poeta y política islandesa Birgitta Jónsdóttir. Foto: Flickr/Steve Rhodes

Ashish Ghadiali: ¿Qué está pasando en Islandia en estos momentos? Es verdaderamente extraño, ¿no es cierto? Tienen ustedes una nación próspera, la economía se ha recuperado de un colapso terrible, y de pronto, hay un gobierno reformista radical, liderado por el Partido Pirata, que está a punto de alcanzar el poder...

Birgitta Jónsdóttir: Bueno, somos 333.000 islandeses y eso quiere decir que tardamos mucho menos en alcanzar una masa crítica respecto a las cosas. Las verdades y las mentiras se convierten en la norma de manera mucho más rápida; lo mismo pasa en las comunidades pequeñas con la xenofobia y la intolerancia. Cualquiera que haya vivido en un pueblo pequeño sabe de qué estoy hablando. Así que, tras el colapso, los islandeses se dieron cuenta de que todo aquello en lo que habían depositado su confianza había fallado. Y no eran solo los políticos. También los medios de comunicación, la comunidad académica, etcétera. Y había una tremenda especie de conmoción, de rabia, de dolor...
Después entramos en la etapa de la austeridad que es propia de todos los programas del Fondo Monetario Internacional. Fuimos el primer país próspero en adoptar este programa por un período largo. Y eso significaba que el gobierno de izquierda elegido para resolver el desastre estaba bajo enorme presión, y en su afán de querer ocuparse de todo, hicieron muchas cosas bien, pero también muchas cosas mal. Entonces la gente empezó a desconfiar de ellos también. Luego los islandeses decidieron votar otra vez por los partidos que habían sido responsables del desastre. Y por suerte tuvimos más turistas y más pesca, lo cual nos permitió prosperar a pesar de que nos encontrábamos saliendo de un colapso terrible.

Debemos cuestionar a los expertos que lo calculan todo.
Es importante que la gente entienda que debido a que somos tan pocos, nuestra economía es como una pequeña laguna. Tiras una piedrecita en la laguna y puedes ver las ondas formándose. Naturalmente, esto tiene un impacto en la superficie y también debajo. Eso no se puede apreciar cuando la piedra se tira en un gran lago , como en el caso de los países más grandes. Así que todo lo que ocurre en Islandia tiene más impacto visual que en otros países. Así sucede cuando de pronto empezamos a recibir muchos turistas. Aunque su número no sea comparable al de otros países, son muchos más de los que antes nos visitaban. Eso es lo que está pasando, y se ha creado una especie de burbuja inmobiliaria.
También tenemos la pesca de la caballa, que está rindiendo mayores beneficios, pero al mismo tiempo, el así llamado "uno por ciento" de los islandeses recurre a los paraísos fiscales, y hemos permitido que las grandes corporaciones como Alcoa, el gigante del aluminio, se aproveche de los resquicios legales para no tributar en el país. Todo esto quiere decir que no estamos obteniendo la parte de los recursos colectivos de la pesca y de la energía que nos correspondería y que nuestros sistemas sanitario y de educación, así como la red de carreteras, se están desmoronando a pesar de que somos un país próspero. Por tanto debemos cuestionar a los expertos que lo calculan todo y determinan qué hace que un país sea próspero y qué no, y analizar los valores sobre los cuales estamos calculando esto.

AG: Y en ese contexto ¿Cuál ha sido el recorrido de los Piratas, de ser esencialmente un grupo de protesta hasta ser una organización que está muy cerca de poder formar gobierno?

BJ: Bueno, interviene mucho el azar en todo esto. Cuando fundamos el partido, nadie esperaba llegar a obtener tanta confianza de la sociedad. Nos enfocábamos principalmente en continuar el trabajo de facilitar la democracia directa y en la sensibilización acerca de la importancia de los derechos humanos y de Internet. Tuvimos suerte con las personas que fueron elegidas para el Parlamento. Aunque éramos solo tres, conseguimos hacer muchas cosas. Con el tiempo, la gente empezó a plantearse votar por los Piratas porque no confiaban en los demás partidos. Y luego empezamos a tener muchas personas que querían unirse. De un día para otro, pasamos de tener unos cuantos voluntarios a tener cientos de personas que querían formar parte de esto.

AG: ¿Y esto ocurrió antes de los Papeles de Panamá?

BJ:.

AG: ¿Y qué fue lo que impulsó esto?

BJ: Bueno, fue realmente interesante. Si se estudian las curvas, se puede apreciar dónde empezamos a subir en las encuestas. Solíamos tener un 10% en las encuestas y de pronto empezamos a subir por encima del 30 %, y esto coincide justo con el día en que el ministro de Asuntos Exteriores decidió ignorar, no solo a la nación, sino también al Parlamento. Los partidos en el Gobierno habían prometido celebrar un referéndum de consulta nacional sobre el ingreso de Islandia en la UE. El ministro intentó trasladar esta consulta al Parlamento sin mucho éxito. Quizá porque calculaba que ello crearía demasiada expectación, no lo sé. El comportamiento del Gobierno fue muy extraño, por la forma en la que intentaron pasar por alto al Parlamento y a la nación, y después comunicaron a Bruselas que renunciaban a solicitar el ingreso a la UE. Esto hizo que la gente se pusiera furiosa, y al mismo tiempo, que se dieran cuenta de que si hubiésemos adoptado la nueva Constitución redactada de manera abierta por la ciudadanía, el ministro no podría haber actuado así, sin consultar con la nación.

No se trata de definirnos como “nosotros contra el sistema”, sino que nosotros somos el sistema. Nuestro sistema político es un reflejo de lo que somos.

El Partido Pirata no pretende tener todas las respuestas. Hemos sido muy claros al decir que nosotros deseamos recoger la sabiduría colectiva. Y queremos asegurarnos de que el público en general tenga acceso a toda la información que les permita estar mejor situados para tomar decisiones informadas. Pienso que esto es una cuestión fundamental. Si vamos a realizar campañas por una democracia directa, entonces hemos de asegurarnos de tener una institución independiente que ofrezca información imparcial y que sea la encargada de redactar las preguntas de la consulta. Podemos aprender mucho del Brexit porque allí se autorizó una campaña llena de informaciones falsas, y al parecer no se pudo informar con datos objetivos ni obtener una masa crítica y concienciada sobre cuál es el significado de la Unión Europea. Fue espantoso. La gente leía las noticias el día siguiente [a la consulta] y después tecleaba en Google: “¿Qué es la Unión Europea?”. O sea que no hubo una decisión informada.
AG: ¿Puede explicarme la propuesta de una nueva constitución? ¿En qué consiste la nueva constitución que los Piratas proponen?

BJ: Después de la crisis hubo cuatro demandas, y todo el mundo sabe acerca de tres de ellas. La primera era que el Gobierno renunciara, la segunda exigía la renuncia de los  directores del Banco Central, la tercera, la renuncia del consejo de regulación financiera, y la cuarta, una nueva constitución. La Constitución actual fue un borrador otorgado por el Rey de Dinamarca a los islandeses al obtener nuestra independencia en 1944; el texto fue siempre un borrador, que además se basa en el Reino de Dinamarca. Es por eso que, en Islandia, en lugar de un presidente como el de EE. UU., tenemos un presidente que es como un monarca. Durante 70 años, el Parlamento ha intentado cambiar esto sin conseguirlo porque, cuando se tiene a personas en el poder tomando decisiones y aprobando disposiciones destinadas a recortar su propio poder, esto se hace imposible, por supuesto.
Así que el país exigía poder redactar su propia constitución. Por supuesto, la cuestión llevaba muchos años en el debate público, pero después de la crisis la reivindicación se oyó como un clamor. Así fue como el nuevo Gobierno electo tramitó el proceso constituyente. Primero hubo una reunión, sorprendentemente con una ONG, en la que se invitó a 1.000 personas para hablar de los valores que se querían ver recogidos en una nueva constitución. Después hubo otra reunión en la que se seleccionó de manera aleatoria a personas de nuestro padrón nacional. Se invitó a 1.000 personas de toda Islandia para celebrar un debate al estilo de las tertulias de café, sobre aquello que, en su opinión, debía ser incluido en la constitución. Y luego todos estos datos fueron procesados por una comisión especial que elaboró dos escenarios posibles, que a su turno fueron trasladados a la asamblea constituyente del Parlamento.
Cualquier persona podía presentar su candidatura al Parlamento constituyente. Hubo 5.012 candidatos, muchos de los cuales eran gente común y corriente con un alto interés por los derechos constitucionales. Se pensaba que todas serían personas del mundo académico, pero no ocurrió así. Así fue como la nueva constitución fue redactada en cuatro meses, y después fue entregada al Parlamento. Luego el texto fue sometido a una consulta muy similar a la del Brexit, un referéndum no vinculante, pues todavía no podemos celebrar consultas vinculantes (lo cual sí será posible una vez que se apruebe la nueva constitución). La mayoría votó a favor de que el borrador de constitución sea el elemento principal de nuestra nueva carta magna. Y luego estuvo en el Parlamento durante un año hasta que en los últimos días, antes de su caída, se hizo evidente que el Gobierno no contaba con una mayoría, lo cual impidió su aprobación hasta la fecha.
En marzo de 2015, cuando empezábamos a subir en los sondeos electorales,  declaré en los noticieros de mayor audiencia mi intención de proponer a los otros partidos que la nueva constitución fuera nuestro primer proyecto de ley en el nuevo Parlamento. Hice un llamado para formar una coalición entre las fuerzas políticas que estuvieran de acuerdo con esto. Dije que debíamos empezar a trabajar conjuntamente en un plan que reflejase lo que la gente podía esperar de las siguientes elecciones. Pienso que, cuando se está en un proceso de normalización de un asunto determinado, es importante hablar de ello en tiempos en que aún suena extraño hacerlo. Yo había obtenido ya la respuesta de todos los líderes de los partidos, quienes me habían confiado su disposición a analizar el tema, y ahora estamos en negociaciones antes de las elecciones, para poder introducir esto como primer proyecto legislativo.
Hay muchas cosas excelentes en el nuevo texto constitucional. Si un 2% de los islandeses presentan una iniciativa, ésta podrá ser tramitada en el Parlamento. Será un derecho constitucional. Si un 10% de los islandeses solicitan o exigen la inclusión de un proyecto de ley en la agenda, el Parlamento deberá hacerlo. El Parlamento podría también presentar su propio proyecto en contra, pero éste debería ser sometido a referéndum. Se trata de un enfoque enormemente inclusivo para el gobierno de Islandia, y por supuesto, existen disposiciones acerca de la neutralidad, la libertad de información, y el derecho constitucional de una nación a recibir beneficios de las ganancias en concepto de sus recursos naturales. Posiblemente no será perfecta, nada es perfecto. Pero cualquier error que se detecte podrá ser enmendado más tarde.

AG: Explíqueme un poco más, ¿a qué se refiere cuando habla de democracia directa?

BJ: La democracia directa consiste sencillamente en que el público en general pueda influir en los proyectos legislativos, presentar políticas, ser capaz, por ejemplo, de destituir a los diputados que hayan tenido una conducta no ética, o que hayan hecho algo considerado como escandaloso. Esto ya se hace en el estado de California, y creo que en Canadá. En Islandia mantienen todavía sus cargos dos ministros que tuvieron cuentas bancarias en las Islas Caimán, el de Hacienda e Interior, y el ministro de Justicia. No pudimos hacer nada para despedirles.
La democracia directa tiene formas muy diversas. Se puede tener una democracia directa en la comunidad en la que se vive, y pienso que esto es muy importante; a menudo le digo a la gente, cuando estoy hablando de democracia: ‘¿Conocen ustedes a sus vecinos?’ Si no es así, sepan que la democracia directa y la creación de una comunidad empiezan en su barrio. ¿Por qué no acercarse a su vecino y presentarse, haciendo un ejercicio de democracia directa? No se trata de definirnos como “nosotros contra el sistema”, sino que nosotros somos el sistema. Nuestro sistema político es un reflejo de lo que somos.
Hace muchísimo tiempo, John Lennon habló de esto en una entrevista acerca de la campaña “War is over” (la guerra ha terminado). Básicamente él venía a decir que la guerra se acaba cuando nosotros lo deseamos, no ellos. Si lo deseo yo, se termina. Con eso se refería a la tendencia a considerar a los gobiernos como el papá al que se le pueden echar las culpas si algo va mal, en lugar de empezar a asumir la responsabilidad que viene aparejada junto con la vida en democracia. La democracia es un trabajo. Es insensato pensar que 63 [miembros del Parlamento] van a poder arreglarlo todo.

AG: Usted dice que lo que produjo el crecimiento de Piratas fue el giro de 180 grados que dio el Gobierno acerca de la entrada en la UE junto con el trabajo que ustedes hicieron en torno a la nueva constitución. En realidad, su popularidad empezó a disminuir en cuanto se supo lo de los Papeles de Panamá y se movilizó la protesta. Y hace dos o tres semanas, el gobernante Partido por la Independencia remontó con respecto a ustedes en los sondeos. Y sigue habiendo el mismo nivel de popularidad para ambos. Pero cuando lo vemos desde la narrativa que maneja el público, al parecer muchos piensan que las revelaciones acerca de los Papeles de Panamá fueron sinónimo de un crecimiento del Partido Pirata. ¿Qué ocurrió de verdad?

BJ: No lo sabemos. En realidad, empezamos a descender en las encuestas más o menos cuando se supo lo de los Papeles de Panamá, y creo que fue cuando la gente se dio cuenta de que era apremiante celebrar comicios y quizá tenían sus dudas sobre nuestra experiencia y el hecho de que no tuviésemos amigos en las altas esferas. Yo le digo a la gente que es precisamente nuestra falta de experiencia la que nos permite reconocernos como tal, para prepararnos mejor. Pienso que no existe ningún otro partido que haya invertido tantos esfuerzos en prepararse para servir a nivel de gobierno, ni tampoco hay ningún otro que esté tan conectado a nivel internacional con expertos en innovación social y en el manejo de la corrupción. Islandia tiene amigos en todo el mundo porque mucha gente piensa que somos una especie de laboratorio de la democracia. Aunque le confieso que es difícil, que no hemos sido capaces explicarnos con claridad las razones de la subida o descenso de nuestra popularidad. No lo sé.

AG: He oído dos acusaciones principales. Una tiene que ver con la economía, pues nadie sabe lo que ustedes van a hacer con la economía. Y es evidente que la mayoría de las democracias se deciden en relación con ese asunto. La otra es que ustedes parecen dar una suerte de imagen confusa; por una parte, hablan de la incansable actividad de sus tres diputados, y por otra, según dicen los miembros del Partido por la Independencia, sabemos que en realidad ustedes casi no votaron en la mayoría de asuntos tratados en el Parlamento.

BJ: Eso es una absoluta tontería. El hecho es que el Parlamento se configura en torno a los partidos más grandes, y eso es algo que yo he intentado cambiar en los casi ocho años en que he estado allí. Pero nunca han querido tomar en cuenta (y en particular, este Gobierno) que somos solo tres diputados y que por tanto no podemos estar presentes en todas las comisiones parlamentarias.
Nos hemos destacado en torno a los temas que fuimos elegidos para atender, y conseguimos detener una ley muy peligrosa sobre los préstamos para estudiantes porque nuestra diputada investigó el tema a fondo para conseguir toda la información y hacerla pública. Los diputados que estaban en contra de esa ley se mostraron más seguros en sus intervenciones gracias al trabajo de esta diputada, que llegaba por primera vez al Parlamento. Es imposible estar informados sobre todos los temas y por eso hemos tenido que definir prioridades. Por ejemplo, yo confío absolutamente en los verdes de izquierda en lo relativo a temas del medioambiente. Y confío también en ellos y en los socialdemócratas cuando se trata de temas de bienestar social. Cuando se trató el tema de los cambios en el sector agrícola, no sabíamos en quién confiar, así que no propusimos ninguna política. Y no podíamos designar a una persona en esa comisión porque esa misma persona estaba trabajando en el proyecto de ley de inmigración. Nos parecía que esto era más importante porque ya teníamos mucho trabajo hecho en este tema y lo conocíamos bien.
Cuando ellos digan eso, comprueben ustedes en la lista de asistencias de sus diputados, y podrán ver las pocas veces que la mayoría de ellos están presentes o votan. Son como los Lores o Miembros del Parlamento que nunca asisten a las sesiones en su palacio, ¿cómo lo llama…? Westminster.

AG: El Palacio de Westminster.

BJ: Exacto. (Risas) Pero en cuanto a las finanzas del país, somos muy claros: no queremos meternos con la subida o la bajada de impuestos otra vez porque los constantes cambios tributarios con el IVA perjudican realmente a las pequeñas y medianas empresas. Y esto ocurre una y otra vez. Tanto las coaliciones de izquierda como las coaliciones de derecha se meten siempre con estos detalles básicos que se traducen en una gran carga para los propietarios de los pequeños negocios. En lugar de esto, queremos emprender la reforma del sistema de producción pesquera, con el fin de tener más recursos para la pesca y así poder revitalizar el sector sanitario.