13 octubre 2022

Cien años de vanguardia literaria

 


Foto: Jesús Corrius - Universitat de Barcelona, CC BY 2.0


Cien años de vanguardia: Trilce de Vallejo y Ulises de James Joyce

Tomando como punto de partida el poemario Trilce de César Vallejo y la novela Ulises de James Joyce, el pasado 6 de octubre tuvo lugar una mesa crítica en la Universidad de Barcelona (UB) con ocasión de los 100 años transcurridos del surgimiento de las vanguardias literarias en Europa e Hispanoamérica. La mesa estuvo integrada por Nora Catelli, académica y fundadora de los estudios de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la UB; Edgardo Dobry, poeta, y profesor de Filología Hispánica en la misma universidad; y Héctor Hernández Montecinos, poeta, ensayista, editor y gestor cultural chileno que ha sido el impulsor de las jornadas Siglo de Oro de la poesía latinoamericana 1922-2022, inauguradas en Barcelona el 3 de octubre, y que continúan en Madrid del 10 al 21 de octubre para concluir en Granada del 24 al 28 de este mes.

Tras la muerte del poeta nicaragüense Rubén Darío en 1916, las vanguardias literarias de España e hispanoamérica abandonarían gradualmente el estilo del Modernismo y la estética por él sembrada. Mientras que en Europa, finalizada la Primera Guerra Mundial, se produjo una sincronía de las tendencias literarias en un panorama intelectual de posguerra que trastocaba el paradigma de civilización europeo. Con ello se inauguró un período de vanguardias que dio lugar a las confluencias estéticas y al trasvase de nuevas técnicas en la producción artística y literaria. La lectura y –de manera muy destacada–, las traducciones de las nuevas obras escritas en francés, inglés y español, realizadas por escritores de la época como Jorge Luis Borges, jugaron un papel capital en la producción de obras que hoy se inscriben dentro de la modernidad contemporánea.

Según Edgardo Dobry, las vanguardias literarias de Hispanoamérica están representadas en las obras de Oliverio Girondo (Veinte poemas para ser leídos en un tranvía), César Vallejo (Trilce) y Gabriela Mistral (Desolación). En el ámbito europeo y en Norteamérica, las vanguardias destacan por las obras de T.S. Elliot (el poemario La Tierra Baldía), James Joyce (la novela Ulises) y la obra poética del francés Paul Valéry, publicadas todas en el año 1922.

Nora Catelli se refiere a la semilla muerta del Modernismo que posibilita poemas como los escritos por Vallejo en Trilce. No solo es patente el conocimiento en el uso y la ruptura del verso alejandrino en la obra del poeta peruano; también existe un asalto a los recursos quevedianos, cuando este recurre a términos arcaicos, encontrados en sus lecturas de Quevedo y de otros autores del Siglo de Oro español, el cual abarca los siglos XVI y XVII. 

 

Ulises en la otra orilla

En su análisis de los rasgos de la vanguardia literaria en Hispanoamérica, la doctora Catelli señala cuatro innovaciones novelísticas que comprenden técnicas literarias trasladables a otras lenguas. Así, la novela Ulises de Joyce y su técnica de fundir la experiencia individual con la vida de una ciudad, están presentes en  Adán Buenosayres (1948) de Leopoldo Marechal; en Tres tristes tigres, novela-río de Guillermo Carrera Infante (1967), ambientada en La Habana; y Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, publicada en 1962, que evidencia una condensación temporal que responde al ritmo de la ciudad de Madrid. Este recurso fue también empleado por el autor francés L.F. Céline en Viaje al fin de la noche (1932), novela en su mayor parte ambientada en el suburbio parisino de Drancy.

El orden temático de las tradiciones judeocristianas sigue presente en las obras de las vanguardias, pero esta vez los relatos son traídos al presente. Estos registran, asimismo, una serie de recursos lingüísticos que pertenecen al lenguaje y la canción popular, así como el uso del juego de palabras. Aunque no se pierda el tono festivo, en el Ulises de Joyce éste ocurre siempre dentro del marco de lo católico, apostólico y romano y emplea el abanico de las nuevas técnicas, que bien puede convertirse en una mano dotada de cuchillos, como señala Catelli. Cabe resaltar que, a lo largo de su largo exilio, Joyce tuvo en la compañía de su esposa, Nora Barnacle, una suerte de Irlanda portátil, que le recordaba los usos, costumbres y lenguajes del país que tan bien supo plasmar el autor en sus relatos. 

 

Trilce inaugural

Para Héctor Hernández, la mirada a la modernidad se inicia con Las flores del mal de Baudelaire (Francia, 1857). En América, ello se hace evidente en la colección de poemas del poeta chileno Pablo de Rokha, publicados en 1922 bajo el título de Los gemidos.

Pero es a partir de Trilce que debemos mirar algunos aspectos que dan inicio a lo contemporáneo y a la aceleración de la historia y el encuentro con el Ángel de la Historia (al que se alude en el mito del progreso estudiado por Walter Benjamin). En Trilce encontramos “el lenguaje que es transformado, la redención que ello comporta, haciendo un recorrido que va desde el silencio al ruido, y de este a la sílaba y a la palabra, aunque en Trilce esto hubiera ocurrido de un modo inverso”, señala Héctor Hernández.

La poesía de vanguardia transita desde lo moderno a la contemporáneo y de la belleza a la libertad. Con la “corporeización de la lengua (es decir, con el proceso de conocer el lenguaje a través de la experiencia neurosensorial) se da el paso de la emoción al pensamiento. En Trilce hay una lengua fracturada en la que se registra la superposición de hasta cinco lenguajes, que Ina Salazar describe como un “proceso de transformación y de trabajo de los materiales vivos”.

En las operaciones de Vallejo con el lenguaje se advierte una suerte de “modos de consciencia”. Y en cada una de éstas hay una exploración de la palabra a la sílaba, descomposiciones de la unidad mínima que pueden llevar a la aparición del ruido, como ocurre también en los poemas de Vicente Huidobro y Oliverio Girondo.

Vallejo crea neologismos en Trilce con el propósito de elaborar un arte poética. El oxímoron “estruendo mudo” que pasa a ser estruendomudo, y es leído del derecho y del revés en el poema XIII; el término “melografía” (escritura que canta) en el poema XXVII; o la “tiplisonancia” que aparece en el poema XXV, que bien podría ser uno de tantos errores tipográficos que aparecían en la primera edición del poemario, y sobre los que Vallejo manifestó su deseo de no corregir, “quizás en un intento de corroborar una voluntad de la lengua”, apunta Hernández Montecinos.

Los poemas de Trilce permiten un juego en el que el propio lector es vanguardista en tanto que es quien da luz a una lectura transformadora del poema pero también de la cultura y la civilización.

Lecturas recomendadas:

Vallejo, C., Trilce, ed. crítica de Julio Ortega, Cátedra (Letras Hispánicas), Madrid, 2003.

05 septiembre 2022

Democracia y tecnología digital

Ponentes del Metadecidim LAB en el Canòdrom de Barcelona, junio 2022

 

 

 

 

 

 

 

 

La democracia participativa: debate, diálogo y deliberación

La tecnología digital no solo ha puesto a nuestro alcance un conglomerado de plataformas que usamos tanto en nuestras comunicaciones como en la información que necesitamos para llevar a cabo nuestras actividades como consumidores, usuarios, gamers, estudiantes o empresarios. Hoy existe también una comunidad transnacional de personas comprometidas con los ideales democráticos, que desarrollan y emplean estas tecnologías en código abierto con el fin de ampliar los derechos y la gobernanza de nuestras sociedades bajo la premisa del poder y el empoderamiento ciudadanos.

Nuestra “sociedad del conocimiento”, modelada por los gigantes tecnológicos de la información y la comunicación (GAFAM), requiere la ampliación e innovación de nuestras democracias mediante el uso de un software libre que tenga aplicaciones cívicas en código abierto; la ciudadanía no puede ser solo considerada como una masa de votantes que es convocada para elegir a sus representantes políticos según lo establecido en el calendario electoral; la ciudadanía del siglo XXI debe ser también participante activa en los procesos realizados mediante la tecnología cívica, que involucra a personas, organizaciones sociales e instituciones públicas.

Haciendo converger disciplinas como la ingeniería informática, la ciencia de datos, la física y la ciencia política, diversos proyectos en código abierto han creado programas de software libre desarrollados por ciudadanos e instituciones partidarias de la tecnopolítica. Estos promueven el desarrollo de plataformas de participación, organización y toma de decisiones ciudadanas que amplíen la democracia de manera inclusiva, igualitaria y transparente; funcionan en ambientes de participación y deliberación online y presencial, en eventos que pueden celebrarse de manera sincrónica (todos juntos) o asíncrona (cada persona elige el momento en que quiere o puede participar). Su fin último es conseguir que las propuestas y decisiones de los colectivos, personas e instituciones, participantes o impulsores, sean reflejados en las políticas públicas y en las leyes de su respectiva jurisdicción.

El ideal democrático de alcanzar el bien común en sociedades cohesionadas recurre cada vez más a la tecnología cívica a medida que esta es adoptada por los grupos sociales y aplicada por su economía política. Sin embargo, vemos que esta tecnología es acaparada por empresas que privilegian el software propietario y su modelo de negocio extractivista postindustrial. En cambio, las plataformas que emplean código abierto permiten recoger propuestas o celebrar debates haciendo uso de protocolos de toma de decisiones cuyos datos son incorporados en proyectos sociales y políticos transformadores que privilegian la soberanía del demos. En resumen, la tecnología cívica puede proporcionarnos inteligencia sobre las prioridades de los diversos grupos sociales que conforman un determinado colectivo o nación, o incluso una comunidad internacional, pero a su vez sirve para velar por los bienes comunes que, por supuesto, deben incluir la soberanía sobre los datos que generamos digitalmente.

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Decidim es una plataforma digital de participación ciudadana nacida y desarrollada en la ciudad de Barcelona, que hoy conforma una comunidad internacional de personas, organizaciones e instituciones públicas que han empleado su código digital y han contribuido a éste creando una serie de instancias para organizar procesos y presupuestos participativos así como iniciativas y consultas ciudadanas, hoy desplegadas a nivel mundial.

El 3 de junio pasado, se celebró un encuentro sobre democracia deliberativa en el LAB metadecidim, un espacio para la creación y la acción participativa en el ámbito de la comunidad del software Decidim. El encuentro tuvo lugar en Canòdrom, el ateneo de innovación digital y democrática que investiga y aplica tecnologías abiertas de democracia participativa y cultura digital, impulsado desde la ciudad de Barcelona.

La jornada contó con la participación de tres investigadores. Oliver Escobar, politólogo de la Universidad de Edimburgo, Rosa Borge, investigadora en administración y democracia electrónica de la UOC, y Yago Bermejo, fundador del centro de diseño y formación en procesos participativos Deliberativa.

En la presentación de la jornada, Juan Linares-Lanzman, investigador del centro de estudios Tecnopolítica de la Universitat Oberta de Catalunya, destacó la importancia de generar conocimientos científicos y técnicos, y muy especialmente, estrategias de empoderamiento en las diversas instancias de metadecidim.

En Decidim, una instancia se refiere a la organización democrática de cualquier proceso que haga uso de la plataforma Decidim para “desarrollar conjuntamente la planificación estratégica, ejecutar presupuestos participativos, construir procesos de deliberación multitudinarios y tomar decisiones de manera conjunta”.

La deliberación democrática

La deliberación y la toma decisiones comportan una gobernanza democrática que entronca con la teoría de la democracia deliberativa de Gutmann y Thompson (2004): un proceso en el que las personas libres e iguales (y sus representantes, si los hubiese) justifican sus posiciones mediante un diálogo que presenta razones generalmente aceptables y accesibles con el fin de llegar a decisiones que pueden ser vinculantes (con validez jurídica) para todos, pero abiertas a enmiendas en un futuro.

La deliberación democrática hace posible que nos gobernemos de manera libre y entre iguales, y que tomemos decisiones abiertas, no cerradas. Ejemplos de ello son las propuestas, debates y decisiones recogidas en el Plan de Acción Municipal de la ciudad de Barcelona y por la Conferencia sobre el Futuro de Europa.

Linares-Lanzman señaló que en Github, el servicio de hosting y repositorio para el desarrollo de software empleado por Decidim, el número de propuestas triplica el número de los componentes de debate. Para él, quizá sea el momento propicio para estudiar y aprender de las plataformas que incluyen la deliberación y las denominadas asambleas ciudadanas de justicia climática.

Durante el encuentro se reflexionó sobre las siguientes preguntas: ¿Qué entendemos por deliberación en la plataforma decidim y cómo podemos estudiarla? y  ¿Qué funcionalidades relacionadas con la deliberación existen en decidim y cuáles se pueden añadir como nuevas? Por último, se hizo un análisis de las Asambleas ciudadanas.

Ofrecemos aquí un resumen de la primera de las tres ponencias del encuentro, que continuaremos en dos entradas sucesivas publicadas bajo el mismo título.

Diferencias entre el Debate, el Diálogo y la Deliberación: ¿Por qué importan en el diseño de espacios participativos digitales?

En su exposición, Oliver Escobar abordó las cuestiones básicas sobre la teoría de la comuncación, basándose en la experiencia de las asambleas y manifestaciones en torno a la ley de universidades (LOU) que tuvieron lugar en España en 2001. Tras las jornadas de protesta contra la ley propuesta, las asambleas presentaron una serie de enmiendas y diseñaron una serie de propuestas alternativas.

“Fue entonces cuando despertó mi interés en la facilitación y en otras formas de comunicación. En España, el debate es la forma más conocida de comunicación pública, con sus virtudes y sus vicios.”

Escobar sitúa su marco de investigación y el ámbito de su experiencia en la democracia participativa, pero reconoce su interés en la democracia deliberativa, surgido ante la constatación de que existía un poder arbitrario en la política española. En su opinión, la teoría d ela legitimidad, que tiene en cuenta la manera en que la gente se ve afectada por las decisiones y las políticas, también debe considerar la importancia de poder ejercer influencia a través de la deliberación: “se trata de discutir de manera transparente en la esfera pública, no en secreto, por detrás o por presión de los grupos de poder”, lo cual pone en evidencia la existencia de una “caja negra” para la toma de decisiones desde el poder.

El politólogo explica la razón que hay detrás de las decisiones, es decir, que éstas no solo se basan en la opinión sino en la razón. No basta la opinión pública sino que debe haber razón pública.

Pero la mayor parte de los seres humanos no sabemos lo que queremos (o pensamos) hasta que nos ponemos a conversar con otros. “Somos profundamente relacionales. Es por ello que “deberíamos tomar decisiones basándonos en la fuerza del mejor argumento, no en la fuerza del dinero, las presiones o la autoridad ciega”. Y ello da prioridad a alcanzar un nivel de acuerdo sobre el bien común, y no solamente sobre el interés privado. “En la deliberación como forma de comunicación no es aceptable que la gente justifique sus posiciones en base al interés privado”.  

En el nivel de la esfera pública, se espera que la deliberación sea transformativa, es decir, que nos ayude a corregir cualquier desinformación, distorsiones, argumentos manipulativos, etcétera. Así, Oliver reflexiona en este punto sobre la importancia de seguir la tradición dialógica de la comunicación: “la sociedad es una maraña de pautas de comunicación. Diferentes pautas comunicativas [Pearce: 2007] generan diferentes mundos interpersonales que desarrollan sus respectivas funciones. Pero la comunicación no es solo instrumental sino constructiva; importa tanto “lo que se consigue” como “lo que se construye”: qué tipo de contextos, qué tipo de relaciones y en qué términos materiales (las pautas comunicativas).

Ejemplos de pautas comunicativas que pueden ser contraproducentes:

  •       Intercambio de monólogos y argumentos preempaquetados
  •       Voces dominantes
  •        Postureos (figuretismo)
  •        Uso y abuso de jerga
  •        Espiral de silencio (ante una mayoría)
  •        Exceso de generalizaciones (sin matices)
  •        Simplificaciones
  •        Polarización
  •        Confrontación ritualizada

 


Diálogo y deliberación en el diseño de las pautas y dinámicas comunicativas: D + D

Escobar explica que las fases o etapas dialógicas ayudan a la etapa deliberativa. El diálogo comporta una dinámica de indagación o consulta mediante la cual se explora y se aprende acerca de un asunto; asimismo, con el diálogo se producen sentidos o significados compartidos  que crean tanto el entendimiento y como las relaciones.

La deliberación, por su parte, comporta una dinámica de promoción y defensa de una política o un derecho determinado, en la que se intercambian razones públicas; a lo largo de todo el proceso de deliberación, se consideran una serie de alternativas y se toman decisiones.

En otras palabras, el diálogo se produce en una fase de exploración que es de carácter divergente en tanto que recoge testimonios y experiencias de índole diversa. La deliberación, en cambio, ocurre en una fase en que se busca llegar a una conclusión o resolución que se caracteriza por ser convergente (diferentes opiniones son sometidas a consideración por el grupo).  

El diálogo y la deliberación tienen estilos diferentes de facilitación. Mientras que en el dialogo no existe presión por llegar a una conclusión o decisión, en la deliberación sí hay apremio por llegar a una decisión.