Barcelona, 10 Feb, 2002
El hombre cruzó el umbral de la pantalla que se erguía ante él con sus haces y promesas de mundos inabarcables. Sintió la descarga de energía catódica multiplicada hasta el infinito, como en un acto fundacional de la vida ante la charca primigenia. No le era difícil imaginar la emoción que habrían sentido sus antepasados al adentrarse en las selvas del alto Ucayali, rumbo al desconocido caserío que les fue entregado como si se tratase de la tierra prometida.