Historia de la corrupción en
el Perú, Instituto de Estudios
Peruanos, Lima, 2013
Esta reseña constituye un pequeño homenaje a un amigo del que no llegué a
despedirme, pero a quien me sentí vinculado humana e intelectualmente en todas las
charlas y encuentros que tuvimos a lo largo de nuestra amistad.
Hasta su temprana y sensible desaparición en enero de 2013 en Nueva York
(ciudad donde residió desde la década de 1980, primero como estudiante en la
Universidad de Columbia y después como docente e investigador en la City
University (CUNY), Alfonso Quiroz había publicado una serie de importantes
trabajos en revistas de historia y cuatro libros sobre historia económica,
finanzas públicas y corrupción. En 1987 apareció La deuda defraudada, un estudio sobre la nefasta consolidación de
la deuda pública peruana de 1850; le siguieron Deudas olvidadas (1993), un trabajo sobre la economía colonial
peruana, aún no traducido, Domestic and
Foreign Finance in Modern Peru, 1850-1950 (1993), y el trabajo que aquí
reseñamos con motivo de su primera edición en español por el Instituto de
Estudios Peruanos. Su trabajo como investigador le llevó a mantener fructíferos
intercambios académicos con historiadores especializados en la historia de la corrupción
y los delitos económicos en España y en los períodos de administración colonial
de Cuba, México y Perú.
Además del diálogo que establece en su
obra con el historiador peruano Jorge Basadre, en Círculos de corrupción Quiroz rinde homenaje a las figuras públicas
que se abocaron a la denuncia de las prácticas corruptas durante la
administración colonial peruana (el capitán y funcionario colonial Antonio de
Ulloa y el cronista ayacuchano Guamán Poma de Ayala) y en la esfera política
republicana (Francisco García Calderón, Manuel González Prada y Víctor Vargas
Haya, entre otros). Quiroz definió su último trabajo como "un estudio de múltiples
facetas y de largo alcance que fundamentalmente se propone determinar los nexos
más prominentes que existen entre los principales ciclos de corrupción (en el
Perú) y su frustrado desarrollo" nacional, con un enfoque en las dimensiones
políticas y económicas de la corrupción, entendida ésta como "el mal uso
del poder político-burocrático en que incurren los círculos de funcionarios
públicos —en colusión con otros
intereses privados— para obtener
beneficios económicos o políticos mediante la apropiación indebida de los
recursos públicos y la deformación de las políticas e instituciones, de un modo
adverso a cualquier objetivo de desarrollo social".
Este trabajo abarca 250 años de historia peruana
y toma como antecedente las reformas de la administración colonial española impulsadas
durante el período borbónico a raíz del informe Noticias secretas de América del capitán Antonio de Ulloa y el
científico Jorge Juan, publicado en 1749. Pero también se remonta a la historia
del contrabando derivado de la producción de plata a inicios del siglo XVIII, y
describe las redes de patronazgo y clientelismo establecidas en el entorno de
los sucesivos virreyes del Perú desde finales del siglo XVI. En el capítulo
dedicado al fracaso de estas reformas coloniales, el autor señala que
"diversos intereses corruptos constituían la base de las redes coloniales
de patronazgo, que eran controladas desde la cúspide por unas autoridades
políticas que buscaban su beneficio particular a expensas del bien público."
Pertrechado con un extenso acervo documental (cartas, denuncias y autos procedentes
de los archivos coloniales, periodísticos y diplomáticos), se analizan detalladamente
las corruptas administraciones virreinales del Marqués de Castelldosrius (1707-1710)
y de Manuel Amat y Junyent (1761-1776), así como todas las que les sucedieron hasta
la independencia de España, para proseguir con los gobiernos de las cinco
primeras décadas de la República peruana, la "modernización" de las
prácticas corruptas por parte de los agentes del Estado durante y después de la
guerra con Chile (1879-1883), y los sucesivos gobiernos civiles y militares a
lo largo del siglo XX, que finaliza con la "década infame " del gobierno
del presidente Alberto Fujimori y la caída de su régimen en el año 2000.
Cada capítulo ofrece una evaluación de las
pérdidas ocasionadas por la corrupción en términos financieros e
institucionales. Por último, un apéndice ofrece las estimaciones sobre los
costes históricos de la corrupción en el Perú, acompañado de tablas que
corresponden a cada uno de los ciclos estudiados (como porcentaje del gasto
público y como porcentaje del nivel del PIB).
En la introducción a su estudio, Quiroz se refiere
el relativismo histórico que algunos investigadores manifiestan en su reserva al
tratar —y juzgar— el tema de la corrupción. Estos asumen que
el fenómeno exhibe unas constantes culturales que son propias de los países en
vías de desarrollo (el conocido argumento de la corrupción como "lubricante"
que facilita su crecimiento) y advierten que el propio término tiene diferentes
definiciones y connotaciones a lo largo de la historia. A este determinismo
cultural Quiroz responde que basta remitirse a las fuentes históricas para
asegurar un productivo análisis de la corrupción que permita un juicio
ponderado sobre su legado. El autor realiza una lectura atenta de documentos
provenientes de los archivos nacionales, públicos y privados de Perú, Francia,
España y EE. UU. Su investigación se centra en la consideración del conjunto de
elementos culturales y legados históricos (path
dependence) que conforman los ejes de la continuidad y el cambio en las
prácticas políticas y económicas de la sociedad peruana. Ello permite a su
trabajo una comprensión de la continuidad histórica de la corrupción basada en
"defectos institucionales y reformas fallidas que facilitan un legado de
corrupción sistémica". El juicio de la historia no precisa de la cosa
juzgada para validar un análisis y unas conclusiones en este apasionante campo
de los estudios comparativos. Por eso, citando a Carlo Ginzburg (El juez y el historiador), el autor se
refiere a la distinta naturaleza de las "pruebas judiciales de culpabilidad"
y las "pruebas históricas", y establece que la falta de sentencias
condenatorias no implica que la corrupción no haya ocurrido o no haya dejado su
impronta.
Hoy sabemos que las prácticas de gobierno propias del Estado absolutista del siglo XVIII se derivaban de un régimen patrimonialista en el que el príncipe regía a la nación como si fuese su patrimonio o su casa. El patrimonialismo fue extirpado de las prácticas de gobierno en países del norte de Europa al consolidarse la filosofía del Liberalismo y ejercer éste su influencia en la legislación de los sistemas de gobierno de la Europa del siglo XIX y de unos EE.UU. que ya eran una potencia económica indiscutible. En cambio, en la mayor parte de las antiguas colonias de España (pero también en la India o en Nigeria, por poner ejemplos de estados postcoloniales del imperio británico), la corrupción sistémica ha persistido como herencia de sus gobiernos coloniales (del Virrey al caudillo, el cacique y el amiguismo de los llamados Crony Capitalism y Crony Socialism). Como advirtió Octavio Paz en El ogro filantrópico (1979), el régimen patrimonialista se ha mantenido como herencia en las repúblicas democráticas de toda América Latina. Mientras tanto, la modernización de España se ve hoy cuestionada en estudios recientes que diagnostican el mismo mal tras la crisis de la burbuja inmobiliaria, el euro y el colapso financiero de sus bancos iniciada en 2007: una economía dominada por el mercantilismo plutocrático público/privado (Ortega y Pascual Ramsey, 2012). Gracias a este régimen, un grupo reducido de grandes corporaciones españolas se ha beneficiado de un mercado con grandes barreras a la competencia que les permite capturar la riqueza creada por el país, con la ayuda no siempre legítima de los resortes del Estado actuando secretamente en favor de intereses ocultos destinados a esquilmar impunemente el ámbito de lo público.
Quiroz documenta y evalúa también el poder
corruptor de las empresas e inversores extranjeros en los negocios del guano y
la contratación de obras públicas en el Perú, que actuaban en connivencia con
sagas familiares de gobernantes y funcionarios corruptos que hasta hoy cuentan
con figuras prominentes en la vida pública peruana. En este aspecto, resulta
clarificadora la distinción que hace el autor entre los ciclos de
"corrupción sistémica" y los de "percepción de la
corrupción", pues cada período histórico tiene su propio "marco
institucional" y sus modalidades características. Asimismo, el trabajo de
Quiroz aspira a una mejor comprensión histórica de los vínculos locales e
internacionales de la corrupción y a una
reinterpretación de la historia peruana con base en las evidencias. Por
ello, su trabajo de investigación le
hizo en ocasiones objeto de querellas personales. Junto al detallado análisis de
los célebres negocios ilegales auspiciados por compañías como la Société Générale y la Casa Dreyfus de Francia, o
las fortunas amasadas con el ferrocarril y la compra de armas por los
empresarios americanos Henry Meiggs y William R. Grace, su libro estudia
detenidamente episodios más recientes de la historia de la corrupción en el
Perú como los casos de los dólares MUC en el primer gobierno de Alan García
(1985-1990), la fraudulenta operación de compra de aviones Mirage para el
ejército y el caso del depósito irregular de las reservas en divisas del BCR en
cuentas secretas destinadas al lavado de activos en el Bank of Credit and
Commerce (BCCI). García pudo evitar ser imputado por estos cargos gracias al
pago de las costosas minutas de la firma de abogados Arnold & Porter de
Washington DC, beneficiándose de su exilio en Colombia y Francia tras el cierre,
por órdenes de Alberto Fujimori, del Congreso que lo investigaba. Por la
galería de destacados gobernantes corruptos desfila casi completa la lista de
apellidos de los mayorazgos criollos afincados
en el Perú desde tiempos de la colonia (Paz Soldán, Barreda, De Osma, Echenique,
Ortiz de Zevallos, Balta, Leguía y Prado) y de no pocos aventureros de la
estirpe de los caudillos militares y sus respectivos entornos de gobierno (Gamarra,
Torrico, Morales Bermúdez, Cáceres, Piérola, Sánchez Cerro, Odría y Salazar Monroe).
Este libro es sin duda una importante
contribución al conocimiento informado y exacto de la historia del Perú, lo
cual permitirá a los ciudadanos peruanos comprender la naturaleza y el alcance del
poder conferido a sus gobernantes. Y recordarles siempre que la corrupción que
se registra en un contexto de liberalización económica y democratización no es
de carácter transitorio, sino un ejemplo de las capacidades adaptativas de un
"fenómeno estructural persistente", que se repite una y otra vez en
cada nueva "infracción institucional". Esto ha permitido que muchos
de los presidentes o jefes supremos de la nación se aventuren a alterar los
equilibrios y se hagan con un poder ilimitado, algo que supo identificar y
valorar en todas sus consecuencias Alfonso, a lo largo de su brillante labor
investigativa.
Rapiña patriótica (1820-1821): A falta de unos recursos financieros, los líderes y caudillos militares independentistas se implicaron en negocios ilegales, expropiaciones y operaciones fraudulentas de deuda exterior y nacional en nombre de la causa. La élite económica limeña fue objeto de expropiaciones sin ninguna garantía de independencia real, por los designios de San Martín y su ministro Bernardo Monteagudo, cuyo objetivo principal era destruir el poder colonial para asegurar la independencia de La Plata y Chile.
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