30 enero 2015

La política en España pide reformas

Bajo este sugerente título, el proyecto Politikon acomete la tarea de analizar el sistema político nacido de la Transición Política Española (1975-1982) y su actual sistema electoral. De su investigación resulta este libro colectivo que se adentra en la actual “crisis política e institucional del modelo español”, según reza su subtítulo, y en explorar las causas de la insatisfacción de la ciudadanía con sus gobernantes en particular, así como el desencanto hacia la política en general en España. Tras el estallido de la crisis financiera mundial en 2007 y la Gran Recesión resultante, España ha vivido grandes movilizaciones sociales de protesta (15-M, Democracia Real YA, Plataforma de afectados por las hipotecas y Mareas en defensa de lo público) que están transformando el panorama y el destino de las instituciones políticas del país y de la ciudadanía.

En el diagnóstico que ofrecen los autores de La urna rota, se señala la actual crisis española como el momento en que salen a relucir los problemas de fondo del “sistema de toma de decisiones públicas”, nacidos de una combinación de factores estructurales y coyunturales que afectan a sus instituciones: deficiente reclutamiento de élites, falta de controles y rendición de cuentas, entre los primeros, y aquellos derivados de la burbuja inmobiliaria, entre los segundos.

El libro está dividido en dos partes, la primera de las cuales se adentra en identificar el problema y sus causas, mientras que la segunda  propone soluciones posibles. Es evidente que sus autores han tenido en cuenta al lector lego interesado en política, y la obra procura siempre explicar conceptos que para los analistas electorales y científicos sociales son moneda corriente: términos como “democracia representativa”, o la diferencia entre el “sistema proporcional” y el “sistema mayoritario” o la explicación de la “fórmula de D’Hondt” (relativa a la asignación matemática de escaños en el Parlamento), con las repercusiones que ello tiene en los resultados electorales, son bien descritos al tiempo que se ofrecen ejemplos de los procesos electorales de España  y otros países de la Unión Europea o EE.UU.

El problema de la representación política en España

A partir de una serie de cuestiones acerca de los representantes políticos, y sobre si es posible hacer cambios o reformas, Politikon plantea un libro de carácter abierto que parte de “una serie de premisas […] que determinan una concepción muy concreta de la política”. En primer lugar, la importancia que dan al liderazgo político; segundo, no consideran a los políticos como una casta aparte, sino surgidos como resultado de la interacción entre los votantes y las instituciones que median en su selección. Por último, la acuciante premisa “los políticos en España son mejorables”. Las dos primeras premisas son resumidas y refundidas en una clarísima afirmación:
“los líderes son importantes, pero igual de importantes son las reglas formales e informales que llevan a su elección”.
En cuanto a la tercera premisa (que los políticos son mejorables), sus autores señalan que hay que aislar “virtudes” que pueden servir ante las cámaras para la seducción de votantes en período de elecciones, pero que son intangibles en sí mismas. El carisma, la visión, la oratoria, la campechanía, etcétera se encuentran en esta categoría y son de poco servicio a la hora de la verdad. En lugar de estas, proponen centrarse en “tres componentes observables y estrechamente relacionados” a la hora de evaluar la idoneidad de las figuras políticas:
  • El comportamiento del político (¿se ajustó al mandato político que le fue conferido?)
  • Su competencia (¿está preparado para desempeñar su función?)
  • Los resultados (¿logró sus fines?)

Pero más allá de los líderes y su actuación, los problemas de los partidos políticos españoles en tanto que instituciones derivan, según los autores, del carácter cerrado y monolítico en su organización, que considera la crítica interna como una expresión de “deslealtad” y es la expresión del atávico miedo a la división política y a perder el favor del electorado que existe en España. Dicho temor nos remite a la coyuntura política que ocasionó la implosión de la Unidad de Centro Democrático en 1982; aquejada por las divisiones internas entre los 16 miembros que conformaban la coalición, el fin del Gobierno del presidente de la moderna democracia española, Adolfo Suárez, marcó también el final de la Transición Española y sin duda determinó la herencia política de ese período.

El balance de Politikon es que “los partidos políticos en España tienen presiones hacia la cartelización derivadas de lo intrusivo de sus atribuciones y con gran margen de discrecionalidad para desviarse de su mandato en las urnas”. Un capítulo iluminador dedicado a la corrupción concluye que, en España, la “corrupción no es administrativa, sino política […]. Tiene más que ver con el tráfico de influencias, los favores y el clientelismo cuyo epicentro son los partidos políticos”.

Los autores del estudio plantean unas reformas que implican “redistribuir el poder entre los actores”, y que por supuesto requieren la verificación de la existencia de unos incentivos que las hagan posibles, y para lograr, en el medio plazo, una mejora en la calidad de los representantes políticos.

Entre las soluciones posibles, La urna rota plantea y describe una serie de posibles reformas en los mecanismos de elección de los líderes en los partidos, así como una reforma del propio sistema electoral español, que hoy se oyen casi como un clamor popular. La primera tiene que ver con el sistema mayoritario (para lograr una mejor rendición de cuentas y la representación del distrito); la segunda está relacionada con la creación de listas electorales abiertas (con el énfasis puesto en la libertad de elección dentro de los partidos); y por último, la reforma de los partidarios del llamado “sistema alemán” o mixto. Y lo más relevante en tiempos de una baja participación política, cualquier reforma presupone la adopción de mecanismos de transparencia y de control de la corrupción que busquen la implicación de la ciudadanía desde las organizaciones de la sociedad civil, lo cual posibilitaría un “control vertical de la actividad política”.


Politikon va más allá de hallar un pharmakon a los males de la política en España. También propone la mejora de los instrumentos de políticas públicas basados en las evidencias científicas y en un nuevo estilo de hacer política (aunque el ejemplo propuesto para ello, el New Labour del Gobierno de Tony Blair en Reino Unido (1997-2007) y su “tercera vía” dista mucho de haber llegado a ser la superación de lo que los autores del libro llaman “la entelequia del interés común” y de aquello que entendemos por voluntad popular). Por último, Politikon propone la adopción de nuevos mecanismos de decisión que tengan en cuenta la relación entre la democracia deliberativa, la representativa y la tecnocracia “para lograr una mejor canalización de las divergencias políticas”. En resumen, un libro muy completo e ilustrativo que pone de relieve el alto nivel académico de los científicos sociales de la generación millennial en España.

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