Racismo en los medios de comunicación
La discriminación por motivos de raza o etnia es una realidad compleja en el Perú. De un orden colonial obsesionado con el mestizaje y sus implicaciones económicas y sociales, se pasó a un estado republicano en el que el indígena era su objeto de protección susceptible de ser modernizado o “civilizado” en sus costumbres mediante un programa verticalmente impuesto. Hoy en día muchos peruanos de las diversas regiones del Perú siguen siendo objeto de discriminación cuando intentan ejercer sus derechos ciudadanos básicos, los derechos civiles y políticos, en un país que adolece de un centralismo exacerbado y unas instancias de gobierno que no terminan de acertar en su necesaria reorganización tras la gran crisis económica de las últimas décadas del siglo XX en América Latina. La cambiante sociedad peruana tiene todavía un largo camino por recorrer para conseguir la igualdad de derechos para todos sin distinción de raza, etnia, religión, género u orientación sexual o capacidad. Y los medios de comunicación son a veces cómplices de esta discriminación o intolerancia, tanto por las actitudes racistas reflejadas en sus líneas editoriales o estrategias comerciales como por el hecho de no dar cobertura o seguimiento a los casos flagrantes de discriminación que ocurren con frecuencia en la vida social o se practican en las instituciones del Estado. Hay diversos sectores ciudadanos que viven en carne propia esta discriminación: mujeres trabajadoras, gays, lesbianas y transexuales, indígenas indocumentados o personas discapacitadas, por ejemplo. Y muchos de éstos quisieran hacer oír su voz y dar a conocer su problemática y sus denuncias. ¿Se ve la nueva sociedad peruana de siglo XXI reflejada en los medios de un modo plural y diverso? ¿Es posible denunciar los casos de exclusión o discriminación en sus programas o contenidos? ¿Sería bien vista la creación de un observatorio de temas de inclusión social en los medios de comunicación?
En los recientes conflictos sociales protagonizados por las comunidades indígenas peruanas de Amazonas, no faltaron periodistas que adoptaron un tono y un lenguaje abiertamente racista y violento, sugiriendo que el Gobierno debía ordenar que helicópteros del ejército incendiasen la pradera que habitan los salvajes. Estas actitudes son más graves aun cuando quienes profieren el insulto y llaman a la violencia racista representan gremialmente a la prensa peruana y de esta manera institucionalizan el racismo. Así lo recuerda Mirko Lauer en su editorial de
La República, donde explica que en el país se dan “casos de racismo duro, que existen enquistados en formas más blandas (menos sinceras) de racismo cotidiano, cuyo balance final está en los diversos promedios de acceso a recursos (ingresos, servicios) ordenados por etnia, color de la piel o fenotipo. Es en ese contexto que se dan las excepciones. Algunas formas de exclusión racista están expresamente prohibidas en el país, y por cierto en estos años Indecopi ha cerrado más de un establecimiento por practicarlas. Pero el país no es una discoteca, y la libertad de opinión ampara también el insulto racial periodístico abierto, el oblicuo, o el más o menos velado”.
Añadiría a esto que la libertad de expresión no parece estar garantizada en la democracia peruana actual, al menos no para sectores de la ciudadanía que no suelen estar representados en los medios de referencia nacional o no disponen de los recursos para contar con el poder de difusión y creación de opinión que dan los grupos mediáticos. Son prueba de ello el cierre y hostigamiento a radios comunitarias que informaron sobre los sucesos de Bagua y otros conflictos; estos medios de comunicación alternativos impidieron el cerco informativo que impuso el Gobierno para eludir su responsabilidad en el trágico desenlace del conflicto en Amazonas. Lo es también la ley mordaza que prepara actualmente el Congreso peruano, que además de regular el derecho de rectificación en los medios también podrá demandar por difamación a cualquier editor de Blogs digitales que cite un enlace en donde se viertan opiniones contrarias a personas poderosas e influyentes.
Esta actitud de acoso a los medios que cumplen una labor social importante en sus comunidades contrasta con la inmunidad de la que gozan algunas plumas ilustradas de los grandes medios limeños y sus actitudes profesionalmente irresponsables. Bajo ninguna circunstancia debería justificarse que los medios promuevan la crispación y el enfrentamiento entre peruanos. El ejercicio responsable del periodismo es uno de los pilares de la democracia, tanto como lo es la libertad de expresión.
Racismo en los medios:
La organización de defensa de los pueblos indígenas Survival International ha organizado la campaña
Plántale cara al racismo, que busca cuestionar las descripciones racistas que se hacen de los pueblos indígenas en los medios de comunicación.
En la web norteamericana de Survival, el diario Correo ha obtenido el “galardón al artículo más racista” publicado durante el año 2009. Un honor que no muchos periodistas peruanos quieren recibir.
Cierre de la radio La Voz de Bagua:
La trayectoria y los antecedentes en que se produjo el cierre de esta radio comunitaria han sido recogidos en una presentación con archivos digitales por el diario La República
La voz de Bagua