29 marzo 2011

Literatura en expansión por el amor y la amistad

Kosmópolis11, la fiesta de la literatura amplificada, se presentó en su sexta edición del 24 al 26 de marzo en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, con nuevos espacios ganados en la bicentenaria sede la Casa de la Caritat. Se celebraron, asimismo, encuentros en torno a la literatura y la edición mediante las nuevas tecnologías, en las sesiones y asesorías organizadas en torno al Bookcamp, coordinadas por profesionales, activistas del Copyleft y amantes del libro, el teatro, y la literatura oral y escrita; el contenido de las sesiones puede consultarse en su plataforma digital Wiki.

Dentro de los temas y espacios del Kosmópolis11, destacó la programación del Hall Proteu, en donde se presentó la exposición La Trieste de Magris, con la presencia del venerado escritor italiano Claudio Magris; la muestra (del 9 de marzo al 17 de julio) sigue la estela de lo que es ya la marca de prestigio del CCCB, con memorables exposiciones en su haber como las dedicadas a Borges y Buenos Aires, a Las Lisboas de Pessoa y a La Praga de Kafka. Las otras sesiones proteicas estuvieron a cargo del novelista Ian McEwan, con motivo de la publicación de su novela Solar, y de los escritores Enrique Vila-Matas y Eduardo Lago, que nos regalaron la anécdota de cómo encontraron la tumba de Moby Dick, con la inestimable ayuda de uno de los guardas de tan venerable monumento, en conexión por Internet desde el cementerio del Bronx donde Herman Melville sigue siendo visitado (pueden leer la anécdota, contada por Vila-Matas, en Aparición de Pynchon en Barcelona).

Pero lo que más atrajo mi atención fue escuchar la conferencia del dramaturgo libio-quebequés Wajdi Mouawad, el autor de la trilogía Litoral/Incendies/Forêts que en 2007 removió la escena del Festival de Teatro de Avignon por su actualización de las tragedias griegas de Sófocles, con las guerras y diásporas de Oriente Medio como trasfondo inmediato y actual. Incendies puede verse en una producción cinematográfica canadiense, dirigida por Denis Villeneuve, basada en la obra de Mouawad: un verdadero mazazo en forma de demoledor relato que nos presenta el testamento de una mujer y su intento de ordenar de manera póstuma aquello vivido y también el legado de su memoria, tarea que deja como misión a sus hijos sobrevivientes, y que conecta muy bien con el título de la conferencia que pronunció el autor en Barcelona: “El encanto de la transmisión”, donde dejó bien claro que la actual fiebre comunicadora de las nuevas tecnologías y la interactividad en tiempo real no implican necesariamente la capacidad de transmitir la emoción o el horror que necesita del lenguaje del arte para realizarse. Mouawad se mostró poco dispuesto a perder fragmentos de vida en conversaciones estériles (reales o virtuales) ni en sesiones filmadas de “small talk” sobre tópicos como la guerra o el exilio iniciado en su infancia. Más bien aprovechó el tiempo para dar una conferencia magistral sobre el proceso de creación-transmisión de una obra suya, de cómo aprovecha los fragmentos de memoria emergente para poetizar e incitarse a estructurar un relato dentro de los parámetros de la dramaturgia y el trabajo con sus actores.

Además del esperado estreno de su obra en el Festival Grec de Barcelona del verano próximo, Mouawad dio detalles sobre un fascinante proyecto internacional de formación teatral para actores adolescentes en torno a una serie de temas que serán trabajados anualmente en el marco de cinco ciudades del mundo: la lectura (que se celebrará en la ciudad de Atenas), la escritura (en las imprentas de la ciudad francesa de Lyon), el cómputo (en el campo de exterminio nazi de Auschwitz en Polonia), la expresión oral (en una ciudad de un país árabe por determinar) y la reflexión o el pensamiento (en una travesía marítima que llevará los actores a las costas de un país africano).

01 marzo 2011

Barcelona en blanco y negro


El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona anunció a finales del mes de febrero la incorporación del archivo fotográfico de Xavier Miserachs a los fondos de su Centro de Estudios y Documentación (CEDOC), gracias a un acuerdo de depósito alcanzado con las hijas del fotógrafo, Arena y Mar Miserachs. El archivo consta de 80.000 negativos y 24.000 hojas de contacto que abarcan 44 años de la vida profesional del fotógrafo y se puede visitar on-line.

Como integrante de la vanguardia fotográfica que surgió en los años 50 y 60 del siglo pasado, el trabajo de Miserachs (1937-1998) fue decisivo para situar a Barcelona, a Cataluña y a España en el mapa de la modernidad. A través de sus imágenes, esta ciudad empezó a ser identificada como el polo cultural de una España que salía de los años grises de la posguerra y se abría al mundo tras veinte años de aislamiento internacional.

Con solo 17 años, Miserachs se hizo con el primer premio otorgado en el II Saló Nacional de Fotografia Moderna en 1954 y pasó a formar parte de la “nueva vanguardia fotográfica” junto con Oriol Maspons y Jorge Ribalta. En 1961 Miserachs instala su estudio profesional, donde produce y edita los tres libros de referencia sobre la modernidad de Cataluña y Barcelona: Barcelona blanc i negre (1960), Costa Brava show (1966) y Los cachorros (1967). El primero de éstos es, según el crítico Jorge Ribalta, “un libro sobre el pueblo que emerge, que retrata Barcelona. Un nuevo modelo de inmigración, de turismo y de consumo.”

Los temas y caracteres que recoge e ilustra el trabajo de Miserachs ayudaron a acuñar el concepto de modernidad que se asocia a Barcelona y a la pujante Cataluña de los años sesenta. Sus imágenes nos muestran las grandes transformaciones sociales que vivió Barcelona, a través de un variado catálogo de tipos humanos y de su quehacer cotidiano: estibadores del puerto, prostitutas, aficionados taurinos, gitanos, turistas, marineros americanos, placeros, inmigrantes andaluces o extremeños, autoridades militares, municipales y eclesiásticas, estudiantes y deportistas. Son los actores de situaciones que se presentan al espectador en contextos eminentemente urbanos, que invitan a reflexionar sobre algunos elementos objetuales protagónicos (el medio de transporte, el ritual, la masificación) organizados temáticamente alrededor de pares opositivos: ocio/trabajo, viejo/moderno, escaso/afluente, original/ estereotipado, extranjero/local, penuria /abundancia y así sucesivamente.

Las fotos de Barcelona documentan especialmente la realidad de las migraciones internas que por entonces se produjeron en la península hacia los centros industriales de Cataluña. Nos muestran las zonas urbanas degradadas del centro histórico de la ciudad, con escasos servicios básicos para sus residentes, quienes vivían hacinados en los barrios más populares, en los que la vida emergía entre solares abandonados, los cascotes y las ruinas de los bombardeos, apenas torpemente remendados tras la Guerra Civil; o las zonas fabriles rodeadas de barracas donde residían los gitanos del Somorrostro, Pueblo Nuevo y Montjuich, así como modernos complejos de viviendas en construcción en la periferia de la ciudad en la que los trabajadores de las fábricas alcanzaban el difícil sueño de tener una vivienda propia. Una realidad que también plasmó Francisco Rovira Beleta en la película Los Tarantos (1963), protagonizada por la bailaora Carmen Amaya y un jovencísimo Antonio Gades; su argumento es una adaptación del Romeo y Julieta de Shakespeare que transcurre en Barcelona y se entremezcla con la vida de sus gentes de carne y hueso, en localizaciones que hoy son inexistentes o bien son ya célebres postales, como es el caso de las Ramblas barcelonesas.
La fotografía y el cine de vanguardia contribuyeron así a difundir las imágenes de una España que se abría al mundo tras veinte años de autarquía franquista. Los Tarantos fue la primera película española nominada a los Oscars, y ello sin duda contribuyó a dar a conocer unas señas de identidad, aquello que hoy los publicistas llaman la marca país, con un concepto que emergiera de ciertos tópicos reconocibles por el público y que permitiese la proyección internacional de España al mundo.

Del neorrealismo poético al Pop
Según J. M. Martí Font, el trabajo de Miserachs encarna el tránsito desde lo popular (o el neorrealismo poético) hasta la preocupación por lo iconográfico que propone el Pop Art de los años sesenta. Tanto Maspons como Miserachs se desenvolvieron en los ámbitos de la publicidad, la prensa y los encargos editoriales, lo que en opinión del crítico Cirici Pellicer permitió sentar las bases de una profesionalización del oficio de fotógrafo y dotarlo de unas sólidas bases estéticas y técnicas. Se curten también como reporteros de las revoluciones juveniles de mayo del 68 y de la Primavera de Praga.

Como ejemplo del trabajo de Miserachs en el campo editorial, destaca la edición de la novela corta Los Cachorros, de Mario Vargas Llosa, editada por Lumen en 1967 para su colección Palabra e Imagen, con diseño del arquitecto Oscar Tusquets. El relato de aprendizaje escrito por Vargas Llosa sobre unos adolescentes de la clase media peruana del barrio de Miraflores de los años cincuenta era ilustrado con fotos de jóvenes españoles que bailaban a ritmo de twist, vitoreaban a sus equipos y héroes deportivos o se dedicaban al ocio playero en los largos y dulces veranos de la Costa Brava, mientras resonaba el marcado dialecto local del texto escrito por el autor peruano, y sin que ello afectara a la comprensión de ambos textos por separado y en conjunto. Palabra e Imagen fue una apuesta sin duda revolucionaria para la España de aquellos años, en la que la retina y la memoria de toda una generación de lectores se vio influenciada por series de representaciones paralelas (texto fotográfico y texto escrito), “orientadas por unos motivos comunes pero que en ningún caso intentan repetirse”, dada su naturaleza distinta, según lo explicaba el editor Carlos Barral en el prólogo de Los Cachorros.

[Izquierda: foto de portada de Los Cachorros, Lumen, Barcelona, 1967]




De esta época son, no solamente los audaces proyectos editoriales de Lumen, sino también los premios Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral, que dieron a conocer internacionalmente a los que en los años sesenta eran jóvenes autores iberoamericanos: Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante o Carlos Fuentes, y que contribuyeron también a la difusión del “Boom” literario latinoamericano. Palabra e Imagen prefiguró la creatividad multidisciplinar que cincuenta años después congrega de manera fluida a profesionales de las artes gráficas, la arquitectura, la moda y la gastronomía para trabajar en proyectos compartidos en alguno de los exitosos laboratorios de ideas para el buen vivir de los que Barcelona se ufana en el sector “industrias culturales”. Son ejemplo de ello el estudio del diseñador gráfico y de interiores, Javier Mariscal, valenciano pero barcelonés de adopción, las propuestas de restauración y alimentación del chef mundialmente aclamado Ferran Adrià, o las firmas de diseño arquitectónico entre las que el arquitecto Oriol Bohigas oficia como adalid de la cultura del Mediterráneo y de la (a veces) feliz fusión de modernidad y tradición.

El acuerdo alcanzado entre la familia de Miserachs y el museo es por 25 años renovables y no prevé ningún tipo de transacción económica, según precisó el director del Macba, Bartomeu Marí. La titularidad del archivo continuará siendo de la familia, que recibirá los derechos que se deriven de su explotación comercial. El museo se encargará de la limpieza, restauración y clasificación del material, así como de la digitalización de las imágenes y de la programación de una exposición antológica para el 2013. Para Marí, este acuerdo es un modelo sostenible que no prevé el desembolso de cantidades de dinero importantes en tiempos de crisis. El Macba y su centro de documentación constituyen una opción ideal para depositar un archivo de esta naturaleza, al ser un museo que se centra en la segunda mitad del siglo XX, momento en el que se produce la gran eclosión del arte conceptual, un género en el que el archivo reviste tanta importancia como la obra en sí misma.