12 diciembre 2011

Dziga Vértov: El hombre de la cámara



¿Puede la cámara de cine ejercer la función que tiene para el escritor una libreta de notas? Es decir, ¿ser como un recogedor de fragmentos de la realidad en forma de imágenes y secuencias fílmicas, como si se tratara de apuntes? Es lo que se propuso  en los años veinte del siglo pasado Dziga Vértov (seudónimo de Denís Abrámovich Káufman), el realizador ruso considerado el padre del cine experimental.
Vértov hizo del camarógrafo el protagonista del largometraje El hombre de la cámara, una película de 1929 que es hoy considerada como la cumbre del denominado “cinema-ojo”, y prefiguradora del género de cinema documental o Kino-Pravda (cine verdad), que en Francia se desarrolló como la corriente de cinema-verité . La cinta de Dziga Vértov ha sido recientemente recuperada en excelente estado de restauración gracias a una copia que llegó con su realizador a la ciudad de Ámsterdam, y que la Filmoteca de Catalunya acaba de adquirir para sus fondos.
Vértov y su grupo rechazaban el uso del guión previamente escrito en sus producciones, o de actores y estudios de filmación. Para ellos, la cámara capta una realidad que no puede ser percibida por el ojo y que, tras el trabajo en la sala de montaje, consigue ofrecer al público “fragmentos de energía real que… se van acumulando hasta formar un todo global”, permitiendo “ver y mostrar el mundo desde el punto de vista de la revolución proletaria mundial”.



Cartel de Alexandr Rodchenko para El hombre de la cámara 

A través de las imágenes montadas, el realizador cuenta la historia del camarógrafo que recorre la gran ciudad (que en este caso se trata del puerto de Odessa) y consigue reflejar las dinámicas sociales puestas en juego en las actividades relativas al trabajo y el ocio moderno. Pero esta historia incluye también al público, sugerido en unos planos iniciales donde se muestra  una sala vacía cuyas butacas se pliegan y despliegan. A partir de este guiño la cinta muestra el vertiginoso carrusel de la vida diaria, los procesos fabriles y constructivos, las competiciones deportivas y las reuniones cuyo protagonista es el hombre-masa de la nueva sociedad tecnificada; surgen de manera inquietante algunos objetos simbólicos en apenas uno o dos fotogramas intercalados en la incesante actividad que muestra la cinta: la pistola, infaltable elemento en la violencia política del siglo XX, y el péndulo del reloj, que marca los vaivenes de estas mismas dinámicas registradas en la concepción marxista de la historia.

La Filmoteca de Catalunya y el programa de Aula de Cinema, en coordinación con las facultades de ciencias de la comunicación,  han conseguido instituir un excelente modo de sintetizar la cultura internacionalista del cine, mediante la programación anual  de 30 sesiones que reflejan la historia del cine; sus fichas en catalán se pueden consultar desde su portal, así como también la hemeroteca de suplementos temáticos  (en catalán) dedicados en su mayor parte a directores de cine. ¡Que disfruten de la función!